Era el día más lluvioso de todo el año. Luz estaba en su cama leyendo apuntes para un examen muy difícil que rendía en dos días. Se había desconectado parcialmente del mundo, y eso había implicado dejar de ver por unos días a Santino. Lo extrañaba horrores, pero se dijo a si misma, que quizás, ese tiempo que no se vieran le haría mucho bien a su “pseudo relación”. No le hacia ninguna gracia estar encerrada en su casa, leyendo, comiendo chatarra, y bebiendo café desconsideradamente. El teléfono sonó, y ella salto de la cama asustada por el ruido que llego inesperadamente desde la sala de estar. Se apresuro para contestar, pues no había nadie en la casa ya que su familia había ido de compras al centro de la cuidad.
Su cara se desfiguro en una mueca de asombro cuando reconoció la voz que le hablaba por el tubo del teléfono.
- Luz ¿Cómo estas?
- …
- Luz, ¿estas ahí?
- Santino…que sorpresa!
- Jajaja, sabia que te iba a sorprender. Y espero que con lo que tengo para decirte, te sorprendas aun mas!
- ¿Por qué? ¿Qué tenes para decirme?
- Me voy a Toronto…
- ¿Te vas a España?
- Noo, Toronto, Canadá!
- …
- Quiero que vengas conmigo Luz.
- ¿Es una broma, no?
- No, no es una broma. Nunca estuve tan seguro en toda mi vida. Ya saque los pasajes, y el vuelo sale en aproximadamente 5 horas…que es el tiempo justo para que armes una valija, te pase a buscar y nos vayamos de acá, y armemos una vida juntos allá. Estos días que pasamos sin vernos, estuve pensando en muchas cosas y llegue a la conclusión de que me gustas mucho…y quiero pasar el resto de mi vida con vos…Sisi, es lo mas cursi que dije en toda mi vida, pero te juro que estoy siendo cien por ciento sincero.
- Me voy a desmayar…
Santino escucho un ruido sordo por el tubo del teléfono, y automáticamente salio de su casa en busca de Luz.
"Suspense" mode: on?
lunes, 15 de noviembre de 2010
sábado, 6 de noviembre de 2010
Ella y El. Octava parte.
Se hizo un silencio incomodo. Ninguno de los dos sabía que decirse, ni que hacer. Si miraron a los ojos en silencio. Todas las palabras que en sus mentes se iban formando, poco a poco se iban desvaneciendo. Les importaba poco y nada que la gente que se encontraba en la plaza los estuviera mirando, pues, parecía extraño que una pareja se estuvieran simplemente…mirando.
- ¿Sos feliz acá?- le pregunto el, rompiendo finalmente el silencio.
- Que pregunta rara. ¿Por que me preguntas eso?
- Por preguntarte algo. Nunca estuve en una situación así.
- Yo creo que tampoco. Siempre fuiste vos la persona que yo quería…Creo que simplemente tenemos que dejar que las cosas fluyan, ¿no te parece?
- Si…puede que tengas razón – respondió el con una sonrisa.
La tarde culmino con ellos dos riendo, jugando en la hierba, hablando sin parar. Cuando comenzó a oscurecer, el se ofreció a llevarla a su casa. Se despidieron con un tierno beso en los labios, seguido de esas miradas que solo se producen entre dos almas enamoradas.
Los días que sucedieron a ese encuentro fueron relativamente iguales. Se encontraban en el mismo lugar, y se pasaban unas cuantas horas, allí sentados, charlando, besándose. Cada tanto, se los veía caminar de la mano, mientras reían de la gente que caminaba a su alrededor, o de algún chiste interno que florecía entre ellos.
Claro estaba que ninguno de los dos, se animaba a dar un paso en falso en eso que estaban teniendo, a lo cual también, ninguno de los dos le ponía un titulo. Santino volvía a su casa más feliz que nunca. Sentía como crecía un sentimiento en su interior, uno que hacia mucho tiempo no experimentaba. Pero un miedo que olía a experiencias pasadas, lo bloqueaba al momento de expresarse, y se quedaba callado, y nunca avanzaba. Luz, se encontraba en una situación muy similar a la de Santino. Pero con la diferencia que ella no avanzaba por que simplemente no podía creer que el se fijara en ella de una vez por todas, y prefería disfrutar de esos momentos, siempre pensando que en cualquier momento Santino la dejaría y seguiría su vida de excesos a la cual estaba acostumbrado.
- ¿Sos feliz acá?- le pregunto el, rompiendo finalmente el silencio.
- Que pregunta rara. ¿Por que me preguntas eso?
- Por preguntarte algo. Nunca estuve en una situación así.
- Yo creo que tampoco. Siempre fuiste vos la persona que yo quería…Creo que simplemente tenemos que dejar que las cosas fluyan, ¿no te parece?
- Si…puede que tengas razón – respondió el con una sonrisa.
La tarde culmino con ellos dos riendo, jugando en la hierba, hablando sin parar. Cuando comenzó a oscurecer, el se ofreció a llevarla a su casa. Se despidieron con un tierno beso en los labios, seguido de esas miradas que solo se producen entre dos almas enamoradas.
Los días que sucedieron a ese encuentro fueron relativamente iguales. Se encontraban en el mismo lugar, y se pasaban unas cuantas horas, allí sentados, charlando, besándose. Cada tanto, se los veía caminar de la mano, mientras reían de la gente que caminaba a su alrededor, o de algún chiste interno que florecía entre ellos.
Claro estaba que ninguno de los dos, se animaba a dar un paso en falso en eso que estaban teniendo, a lo cual también, ninguno de los dos le ponía un titulo. Santino volvía a su casa más feliz que nunca. Sentía como crecía un sentimiento en su interior, uno que hacia mucho tiempo no experimentaba. Pero un miedo que olía a experiencias pasadas, lo bloqueaba al momento de expresarse, y se quedaba callado, y nunca avanzaba. Luz, se encontraba en una situación muy similar a la de Santino. Pero con la diferencia que ella no avanzaba por que simplemente no podía creer que el se fijara en ella de una vez por todas, y prefería disfrutar de esos momentos, siempre pensando que en cualquier momento Santino la dejaría y seguiría su vida de excesos a la cual estaba acostumbrado.
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