Lo primero que note cuando desplegué el papel ante mis ojos fue la caligrafía. Muy prolijo. Lo primero que hice fue mirar la firma al pie. Efectivamente, mis sospechas se confirmaron. La carta era de ella. De María. La carta decía lo siguiente:
Marcos: Tuve suerte en encontrar gente que decía que te conocía de las manifestaciones. Les pedí por favor que te hagan llegar esta carta. Calculo que en el momento en que estarás leyendo esto, yo posiblemente este muy lejos. No sabría decirte donde, pues ni yo lo se. Las cosas se pusieron feas, y nos vamos junto a Daniel. Me hubiera encantado que nos volvamos a ver. Quizás, algún día, en algún lugar, nos volvamos a encontrar.
Con Cariño, María.
Cuando termine de leer, me di cuenta que mis manos temblaban. Mis sospechas más descabelladas se hicieron verdaderas. María no había podido acudir a nuestro encuentro por que había sido una (junto con otros compañeros del movimiento) de los que habían sido obligados a exiliarse. Invadido por un impulso nervioso, comencé a desordenar todo lo que había a mi alrededor buscando alguna nota, carta o lo que sea que me de algún indicio de hacia donde se podía encontrar en ese momento ella. Simplemente me desespero el pensar que ella había tenido que irse. Una lagrima salia de mi ojo. Me senté delante de la mesa del comedor a pensar, una vez mas en que iba a hacer a partir de ahora.
Considere como primera opción dejar todo y salir a buscar a María. ¿Pero como podría hacer eso si no tenia la menor idea de donde podría encontrarse? Existía una posibilidad en un millón de que pueda dar con ella. Quizas se encontrara en algun lugar de Alemania o Austria. Pero mi lógica se tornaba cíclica y confrontativa. Me cerebro decía una cosa y mi corazón opinaba muy distinto. Finalmente tome la decisión de dejar las cosas como estaban, y volver de nuevo a casa.
Hasta la octava parte no paro.(?)
2 comentarios:
Cada vez se pone mejor! Me gusta, me gusta, me gustaaa
Un beso:)
Excelente!
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