miércoles, 30 de marzo de 2011
Un tropezón no es caida
Que un tropezón no es caída.Nada es un fracaso,todo es una nueva oportunidad.Uno pensara que la vida se torna una verdadera mierda cuando no te salen las cosas como esperabas.Si,es verdad.Jode.Pero son las vueltas de la vida,seguramente,ahora,va a venir algo mejor.Solo es cuestión de paciencia.Hoy se renuevan las apuestas,lo que fue ya no lo es.
viernes, 25 de marzo de 2011
The poet and the beat
He estado vagando por ahí,mirando todo lo que podía ver.Pintando rostros,llenando los lugares que no puedo alcanzar.Todo es conmoción.Todo parece un juego.La gente no para de hablar.Hay muchos amantes secretos en las calles.El atardecer me lleva a la noche,a la oscuridad de la sin razón.Afuera en la noche,mientras todos viven,yo comienzo una guerra que tiene como objetivo dar forma al poeta y al ritmo de mi corazón.
miércoles, 23 de marzo de 2011
domingo, 20 de marzo de 2011
viernes, 18 de marzo de 2011
domingo, 13 de marzo de 2011
sábado, 12 de marzo de 2011
THE ZEITGEIST MOVEMENT
jueves, 10 de marzo de 2011
martes, 8 de marzo de 2011
Yo hubiera muerto por tu risa, capitulo final.
Volvieron los dos para Buenos Aires, cuando ya era septiembre. En algunos tramos de ruta manejaba Martin, chocho de que ya la tenía clara, como decía el Bocha.
Septiembre en Buenos Aires es lindo. Ya hay otra vista de la ciudad. Se deja ver otra cosa que en otros meses no se ve. Y Martin, se encontraba de buen humor, como si esperara algo todos los días. Y, entre nosotros, sabemos que esperaba. Allá por la primer quincena de septiembre, los trabajos eran más cortos. Y eso le gustaba a Martin, porque si el destino era cerca, el Bocha le dejaba manejar el camión. “Tan mal tipo no era” se decía a sí mismo.
La primavera no llego sola, sino, con una buena noticia para Martin. Marlett le había escrito otra vez:
(21 de septiembre de 1955)
“Martin, ahora que estoy instalada en Buenos Aires, me gustaría verte. Por suerte, conseguí un trabajo cerca del Korova. Te dejo la dirección y mi horario de salida al pie de la carta. Podes venir a buscarme cuando quieras. Un beso. “
Marlett
Al terminar de leer la carta, Martin sintió como su corazón latía a una velocidad increíble. Pensaba que se le iba a escapar por la ventana y correr hasta el lugar donde trabaja ella. Se pego una ducha helada, pero reconfortante, se empilcho y se fue con el pedazo de papel en la mano. Estaba tan nervioso que tenía miedo de perderse. Su reloj marcaban las 19:40. El lugar era un viejo edificio, el cual tenía un cartel que le faltaban algunas letras, pero aun así se podía leer “IMPRENTA” Se sentó a esperar en un ex almacén que había enfrente. Cuando dieron las 20.00, un grupo de alrededor de 15 personas salió del lugar. Entre ellas se podía distinguir la figura hermosa de Marlett. Tenía el pelo mucho más largo que la última vez. Y su tan perfecta risa se escuchaba desde donde se encontraba Martin. En su garganta se hizo un gran nudo. Casi tan grande como la primera vez que le hablo. Le temblaban las piernas y por más que intentase no podía pararlas. Se sentía completamente indefenso. Pero aun así, feliz. Cruzo la calle sin mirar, sin pensar. Hasta que sus ojos se cruzaron con los de ella. Fue como aquella noche de marzo. Si, casi igual. Deseo con todo su corazón que el momento sea eterno. El cielo estallaba arriba de ellos y sin importar más, ambos corrieron el uno hacia el otro. Estuvieron largo tiempo abrazados. Sin decirse nada. Pero sabiendo absolutamente todo. Cuando estuvieron cara a casa, se besaron. Mutuamente. cualquiera que pasaba. Juntos, de la mano, fueron hasta el Parque Lezama. Como si nunca se hubiesen alejado. Como si nunca hubiesen discutido. Se sentaron en aquel banco en el que solían pasar horas.
_Te extrañe Marlett. Cada día, cada hora, cada segundo que pasaba. Te soñé mas de cien noches. Te extrañe.
_Lo sé.
_¿No me vas a decir otra cosa más que eso?
_¿Que queras que te diga?
_No se… - Martin, se sentía desilusionado.- Que te arrepentís de haberte ido, por ejemplo. –
_¿Serviría de algo? Volví y es lo que importa. Estoy acá, con vos, y eso es lo que importa.
_Nunca te pude entender Marlett. El beso de antes y tus respuestas de ahora me confunden y me lastiman…
_Martin.
_¿Qué?
_Yo te amo, nunca deje de hacerlo, y quiero pasar el resto de mi vida con vos.
_¿Me hablas en serio Marlett? –Martin lo dijo con tanta algarabía, que casi salto al escuchar eso-
_Si, quiero eso. Quiero una vida con vos. Quiero amarte el resto de mi vida y un poco más. Quiero despertarme todos los días y mirarte a los ojos y sentir lo que sentí la primera vez que te vi. Sentir que este amor sigue vivo día a día. Perdón por irme. Perdón por lastimarte. No fue nunca mi intención…
_¿Y por qué lo hiciste? –La cara de Martin había cambiado. Estaba recordando todo lo que paso. Y no la miraba a los ojos.
_Te dije que no lo sabía entonces… Y tampoco lo es ahora. Con el tiempo sé que voy a poder explicártelo. Simplemente se que volví por vos. Y que vos sos todo lo que necesito para ser feliz. Déjame demostrarte que es así, como te digo. Quiero empezar una nueva vida. Sin secretos. Sin más misterios. Sin peleas. Solo vos y yo. Amándonos día y noche. En las buenas y en las malas. Como si los dos fuésemos uno…
Martin contemplo los ojos de Marlett por un instante, y diviso las lagrimas que se mezclaban con el agua que caía. Sin pensarlo, se saco su vieja campera, la apoyo en los hombros de ella y dijo:
_Nunca entendí porque te fuiste. Nunca entendí por que las peleas. Nunca entendí por que el misterio… Pero si hay algo que siempre tuve en claro, y es que si hoy estoy acá, es porque te amo, te amo como nunca ame a nadie en mi vida. Y si de algo estoy completamente seguro, es de que si volviese a nacer, te buscaría otra vez. Porque en tu corazón se esconde lo que nunca pude encontrar…
Mientras la lluvia caía sobre ellos, una sonrisa se dibujaba en sus caras. Sellando así, un pacto de amor eterno. Yo pensaba que Marlett no amaba a Martin como decía. Luego de su casamiento se fueron de viaje al sur. Cuando volvieron, nos juntamos los tres en el Korova. Me contaron que estaban esperando un varón, y que querían que yo sea el padrino. Nunca lo había visto tan feliz a Martin. Nunca la había visto tan feliz a Marlett. Al cabo de un tiempo me di cuenta de que eran el uno para el otro…
FIN.
By Guille Abal
http://fusionenfrio.blogspot.com/
sábado, 5 de marzo de 2011
Crecer apesta.
jueves, 3 de marzo de 2011
Yo hubiera muerto por tu risa, capitulo III
El mes de agosto empezó lloviendo, como ya era costumbre en Buenos Aires. Y Martin, otra vez estaba en el Parque Lezama, en el mismo banco en el que alguna vez se sentó junto a Marlet. Pero esta vez, dejo que la lluvia mojara su vieja y desprolija campera…
Casi ni recordaba la voz de Marlet. Como le hubiese gustado que estuviese allí junto a él. La lluvia lo ponía bastante triste, pero cuando estaba en compañía de ella, nada mas importaba. Por mas silencio que reinara entre ambos, Martin era feliz contemplando sus verdes ojos.
Se quedo largo rato allí, mientras que las lagrimas se mezclaban con las gotas que caían del cielo. Observaba como la gente corría de aquí para allá, con sus enormes paraguas, buscando un taxi o simplemente buscando un lugar para resguardarse de esa dichosa tormenta. Decidió que ya era muy tarde, y camino hacia la pensión . A paso veloz, pisando charcos con sus viejos borceguíes, Martin llego a destino. Doña Coca lo esperaba para comer.
_Ay nene nene, si seguís así, te va a agarrar una pulmonía que ni montoto te va a poder curar y sabes a dónde vas a terminar, no?.
_Da igual Doña Coca, no tengo quien me llore muerto. Y quizás usted, tenga hasta un mejor huésped.
_No hables pavadas queras. Y come rápido que la sopa se te va a enfriar. –Terminada la sopa, Martin levanto su plato, lo acerco hasta la bacha de losa y se puso a lavar.
_Dígame Doña Coca, ¿no ha recibido ninguna carta que sea para mí?
_Si, ayer. La misma chica del mes pasado. Acá tenes. –Dejo la carta en la mesa y dijo- Seré curiosa, pero me vas a tener que disculpar, ¿Quién es esa muchacha tan linda que te trae cartas? No le encuentro parecido, así que deduzco que no es familiar tuyo. ¿Algún amor, quizás? _No es nadie –Respondió abruptamente, y terminado el labor de lavaplatos, se dirigió hacia su cuarto y desde allí grito -¡Buenas noches!- Pero bien sabemos, que Martin no iba a dormir, sin leer la carta primero.
(07 de agosto - 1955)
“Feliz cumpleaños Martin. Todavía no te puedo decir donde estoy. Pero pronto nos vamos a ver. “
Marlett
Las cartas, mejor dicho, los telegramas de Marlet, parecían cada vez más amables y eso lo alegraba mucho…
Ya cansado del ocio, a la mañana siguiente del miércoles, fue hasta “Bertotti transportes”. Hablo con Rubén, saludo al Bocha y estuvo largo rato allí. Hablaban del negocio. Del lio de la Patagonia. Y de que harían ellos si fuesen presidentes. Llegado el mediodía, salieron los tres a comer.
En el Korova, los esperaba el Ruso con el menú del día. Seguido al plato principal, vino el café de siempre.
_El viernes te quiero fresco pibe –Decía Rubén- que van a salir pa’ Córdoba. A las siete te pasa a buscar el Bocha. Y encaran pa’ haya. Así que, ya estas avisado.
Salieron los tres con rumbos diferentes. Martin se disponía a pasear por el puerto y ver las maquinarias del mañana. Camino largo rato, viendo como los obreros se partían el lomo arriba de esas bestias gigantes de acero. El siempre quiso recorrer el mundo en esas cosas, pero el físico no le daba más que para lavar los pisos y todo el mundo sabía que le pasaba a los borregos que hacían esa tarea en Mar abierto… Pero, bien sabia Martin, que soñar no costaba nada. Me contaba que quería ir a Europa. A Conocer la tierra del Ruso. Ver cuán fuerte el vodka. Y zambullirse en la nieve. Yo lo escuchaba con atención y siempre le decía que la perseverancia lo era todo para conseguir un sueño. El optimismo de Martin ciertas veces me asombraba. Era de ese optimismo que se contagia. Así como su alegría y su tristeza.
El jueves por la tarde estuvo dando vueltas por Plaza de Mayo, que era un revoltijo de policías. “Mejor mantenerse alejado del lio este, antes de terminar con el bocho roto” me decía. Se sentó en las escalinatas de la iglesia y se quedo allí un buen tiempo. El no era el tipo de persona que iba a la iglesia los domingos por la mañana. Más bien era un tipo de lógica. Pero cuando algo no se le podía atribuir totalmente a la lógica, eso se lo dejaba “al de arriba”. Aprendí mucho de él, aunque yo lo doblaba en edad. A fin de cuentas, de mi solo aprendió lo que era la buena lectura.
Para el viernes, Martin descartaba cualquier posibilidad de recibir noticias de Marlet. Le pidió a Doña Coca que, si ella venia, le preguntara donde era posible encontrarla. Y así se fue rumbo a Córdoba. Los viajes cada vez eran más largos y el Bocha cada vez era más tosco para manejar. Siempre que tenían ratos libres, Martin le pedía casi por favor, que le enseñara a manejar. Si bien, el tenia una base teórica, le faltaba practica. Y a veces, cuando el Bocha estaba de buen humor y sobrio, le enseñaba como se hacía y más de una vez lo dejaba manejar el camión. Siempre le dijo que el camión era como una chica, había que tratarlo suave o si no, quedarte a pata…
By Guille Abal.
http://fusionenfrio.blogspot.com/