Volvieron los dos para Buenos Aires, cuando ya era septiembre. En algunos tramos de ruta manejaba Martin, chocho de que ya la tenía clara, como decía el Bocha.
Septiembre en Buenos Aires es lindo. Ya hay otra vista de la ciudad. Se deja ver otra cosa que en otros meses no se ve. Y Martin, se encontraba de buen humor, como si esperara algo todos los días. Y, entre nosotros, sabemos que esperaba. Allá por la primer quincena de septiembre, los trabajos eran más cortos. Y eso le gustaba a Martin, porque si el destino era cerca, el Bocha le dejaba manejar el camión. “Tan mal tipo no era” se decía a sí mismo.
La primavera no llego sola, sino, con una buena noticia para Martin. Marlett le había escrito otra vez:
(21 de septiembre de 1955)
“Martin, ahora que estoy instalada en Buenos Aires, me gustaría verte. Por suerte, conseguí un trabajo cerca del Korova. Te dejo la dirección y mi horario de salida al pie de la carta. Podes venir a buscarme cuando quieras. Un beso. “
Marlett
Al terminar de leer la carta, Martin sintió como su corazón latía a una velocidad increíble. Pensaba que se le iba a escapar por la ventana y correr hasta el lugar donde trabaja ella. Se pego una ducha helada, pero reconfortante, se empilcho y se fue con el pedazo de papel en la mano. Estaba tan nervioso que tenía miedo de perderse. Su reloj marcaban las 19:40. El lugar era un viejo edificio, el cual tenía un cartel que le faltaban algunas letras, pero aun así se podía leer “IMPRENTA” Se sentó a esperar en un ex almacén que había enfrente. Cuando dieron las 20.00, un grupo de alrededor de 15 personas salió del lugar. Entre ellas se podía distinguir la figura hermosa de Marlett. Tenía el pelo mucho más largo que la última vez. Y su tan perfecta risa se escuchaba desde donde se encontraba Martin. En su garganta se hizo un gran nudo. Casi tan grande como la primera vez que le hablo. Le temblaban las piernas y por más que intentase no podía pararlas. Se sentía completamente indefenso. Pero aun así, feliz. Cruzo la calle sin mirar, sin pensar. Hasta que sus ojos se cruzaron con los de ella. Fue como aquella noche de marzo. Si, casi igual. Deseo con todo su corazón que el momento sea eterno. El cielo estallaba arriba de ellos y sin importar más, ambos corrieron el uno hacia el otro. Estuvieron largo tiempo abrazados. Sin decirse nada. Pero sabiendo absolutamente todo. Cuando estuvieron cara a casa, se besaron. Mutuamente. cualquiera que pasaba. Juntos, de la mano, fueron hasta el Parque Lezama. Como si nunca se hubiesen alejado. Como si nunca hubiesen discutido. Se sentaron en aquel banco en el que solían pasar horas.
_Te extrañe Marlett. Cada día, cada hora, cada segundo que pasaba. Te soñé mas de cien noches. Te extrañe.
_Lo sé.
_¿No me vas a decir otra cosa más que eso?
_¿Que queras que te diga?
_No se… - Martin, se sentía desilusionado.- Que te arrepentís de haberte ido, por ejemplo. –
_¿Serviría de algo? Volví y es lo que importa. Estoy acá, con vos, y eso es lo que importa.
_Nunca te pude entender Marlett. El beso de antes y tus respuestas de ahora me confunden y me lastiman…
_Martin.
_¿Qué?
_Yo te amo, nunca deje de hacerlo, y quiero pasar el resto de mi vida con vos.
_¿Me hablas en serio Marlett? –Martin lo dijo con tanta algarabía, que casi salto al escuchar eso-
_Si, quiero eso. Quiero una vida con vos. Quiero amarte el resto de mi vida y un poco más. Quiero despertarme todos los días y mirarte a los ojos y sentir lo que sentí la primera vez que te vi. Sentir que este amor sigue vivo día a día. Perdón por irme. Perdón por lastimarte. No fue nunca mi intención…
_¿Y por qué lo hiciste? –La cara de Martin había cambiado. Estaba recordando todo lo que paso. Y no la miraba a los ojos.
_Te dije que no lo sabía entonces… Y tampoco lo es ahora. Con el tiempo sé que voy a poder explicártelo. Simplemente se que volví por vos. Y que vos sos todo lo que necesito para ser feliz. Déjame demostrarte que es así, como te digo. Quiero empezar una nueva vida. Sin secretos. Sin más misterios. Sin peleas. Solo vos y yo. Amándonos día y noche. En las buenas y en las malas. Como si los dos fuésemos uno…
Martin contemplo los ojos de Marlett por un instante, y diviso las lagrimas que se mezclaban con el agua que caía. Sin pensarlo, se saco su vieja campera, la apoyo en los hombros de ella y dijo:
_Nunca entendí porque te fuiste. Nunca entendí por que las peleas. Nunca entendí por que el misterio… Pero si hay algo que siempre tuve en claro, y es que si hoy estoy acá, es porque te amo, te amo como nunca ame a nadie en mi vida. Y si de algo estoy completamente seguro, es de que si volviese a nacer, te buscaría otra vez. Porque en tu corazón se esconde lo que nunca pude encontrar…
Mientras la lluvia caía sobre ellos, una sonrisa se dibujaba en sus caras. Sellando así, un pacto de amor eterno. Yo pensaba que Marlett no amaba a Martin como decía. Luego de su casamiento se fueron de viaje al sur. Cuando volvieron, nos juntamos los tres en el Korova. Me contaron que estaban esperando un varón, y que querían que yo sea el padrino. Nunca lo había visto tan feliz a Martin. Nunca la había visto tan feliz a Marlett. Al cabo de un tiempo me di cuenta de que eran el uno para el otro…
FIN.
By Guille Abal
http://fusionenfrio.blogspot.com/
1 comentario:
La verdad que esperaba otro final para la historia. Segura soy yo y mis gustos por los finales tristes...
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